La campana, que fue bendecida por el párroco Juan Andrés Talens el pasado mes de octubre, ha requerido de una grúa de 35 metros de altura y colocada en el ventanal que da a la Gran Vía Fernando el Católico, según ha explicado asimismo la asociación Mestres Campaners, que ha organizado la campaña solidaria. A final del pasado septiembre, la campana fue colocada en el altar del templo junto con un capazo, donde los fieles han depositado alimentos no perecederos que serán donados a la Cáritas parroquial, en un acto solidario y representativo de la esencia de cualquier iglesia valenciana.
De esta forma, la parroquia de San Miguel y San Sebastián tiene una nueva campana, que se suma a las tres existentes en el templo, en el que antes de 1936 había un juego de cinco, de las que actualmente solo se conserva una, llamada Sebastián. La idea de la campaña solidaria surge «de la devoción llamada pondus pueri, el peso del niño, a raíz de un milagro atribuido a San Antonio de Padua ya que, según la tradición, una madre cuyo hijo murió ahogado tras caer dentro de un recipiente lleno de agua recurrió a su fe al santo e hizo el voto de dar a los pobres tanto trigo como pesaba su hijo si el niño resucitaba, como así sucedió».
Desde entonces, «los padres prometían a San Antonio tanto pan como el peso de sus hijos, para que los protegiera de las epidemias y de otros males», según han relatado las mismas fuentes. Tanto la cesión de la campana, como su restauración e instalación y la campaña solidaria han sido promovidas por la Asociación Mestres Campaners de Valencia, fundada en 1989, con la colaboración de la parroquia de San Miguel y San Sebastián, que ahora lucen de nuevo una de las campanas más representativas y consistentes de la ciudad, que ya puede sonar otra vez.
Imágenes: María del Carmen Feliu (cc)