Pocas sorpresas ha habido, en realidad, entre los eliminados. Los temas medio electrónicos medio divas discotequeras de Serbia, Macedonia y Lituania no han conseguido clasificarse en esta semifinal. Y eran muchos sus fans, pero las casas de apuestas ya auguraban un mal resultado para estos tres países, con propuestas algo similares y que no han sabido explotar en directo. Tampoco ayudó mucho a Suiza su escenografía, tan edulcorada y poco llamativa, con demasiados tonos en pastel y poco gancho, para un tema que partía como favorito de muchos eurofans. El Apollo no volverá a sonar. Y tampoco lo hará el Verona, porque el dúo de Estonia también se ha caído de la final, a pesar de ser otra apuesta casi segura para muchos en esta segunda semifinal.
Había temas contundentes, y sin duda el más solvente parece el de Bulgaria. Es el tercero en discordia para ganar Eurovisión 2017, junto a Italia y Portugal. El joven Kristian Kostov canta a las mil maravillas una balada intensa, vibrante y con garra, además de que le rodea una escenografía mágica y cuidada al detalle. Podría dar la sorpresa este país que ya lleva algunos años yendo a por todas. No se lo pondrán fácil propuestas como las de Países Bajos, Dinamarca o Croacia. Este trío lleva también baladas, de esas que emocionan, en el caso de Países Bajos, con un juego de voces a tres de impresión, y una letra muy sentida. Croacia es un derroche de voz, con notas de ópera, de su solista. Y Dinamarca lo entrega todo con agudos infinitos, y hasta 50 segundos de pirotecnia. Aquí hay nivel.
También las atrae el de Israel, porque Imri es uno de los rostros más atractivos y con más carisma de este año. Ya ha estado en la final otras dos veces, los dos años anteriores, de hecho. Eso sí, como corista del cantante de su país. Este año viene solo, y ha repetido hazaña. Ahora falta que supere los resultados anteriores, y que logre hacer bailar a todo el mundo con su gran canción. Lo mismo intentará el dúo de Rumanía, que a golpe de tirolés han conseguido levantar a Europa de sus asientos. Hay mucho ritmo en su propuesta, con estribillos pegadizos y nada fáciles de cantar. Austria se ha clasificado última (con orden aleatorio, eso sí) y todos hemos sufrido un poco por esta propuesta. Sencilla, pero llamativa, con aspiraciones y un medio tiempo tan positivo como buenrollista. Se merecía la final.
Ahora falta por ver en qué orden actúan y cómo suman los puntos los 42 países que este año han concursado en el Festival. Hagan juego, porque hay opciones para todos los gustos. Y nada está decidido. Suerte a todos.
Imágenes: Eurovision.tv