Al parecer, y siempre según sus palabras, «la función principal es la satisfacción que obtienen al conseguir un objetivo nuevo y verse más favorecida. Para ella es importante que la gente lo vea y lo note, que el cambio no pase desapercibido», explica. Para el estilista hay tres circunstancias claves en la vida de una mujer que en ocasiones requieren de una revisión de la imagen: antes o después de da a luz, tras una ruptura sentimental o ante un desafío profesional importante. «Cuando una mujer va a tener un bebé funciona muy bien el long bob, una melena recta con pocas capas por debajo de los hombros».
«Favorece, es sencilla de mantener y permite espaciar las visitas a la peluquería en un momento en el que se dispone de poco tiempo», detalla Domínguez. Si lo que se produce es una situación de crisis sentimental o separación, las peticiones, según el estilista, se centrarían más en el tono del cabello que en el propio corte, «hay mujeres que deciden hacerse rubias porque a la persona con la que estaban no les gustaba el cabello claro. Otras veces es al contrario, se oscurecen el pelo si lo que le gustaba a su pareja era el rubio. Se trataría de rebelarse con su anterior relación y buscar su nuevo lugar», explica.
«Cuando alguien busca un cambio normalmente llega con una idea muy extrema, lo ideal es rebajar esas aspiraciones y buscar un punto intermedio. Creo que ayuda mucho ver opciones con imágenes reales y ser muy consciente de qué puede conseguirse y qué no», afirma. En su opinión un corte de pelo puede contribuir a que una persona adquiera más seguridad en si misma y se sienta más fuerte y poderosa «cuando una mujer lleva un look más marcado o atrevido y se ve guapa tiene más actitud. Y eso se traslada al resto de facetas de su vida».
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