De sobra es sabido que TVE parece cometer, desde que terminó la era OT, los mismos fallos en Eurovisión un año tras otro. Salvo algunas excepciones, como la elección de Pastora Soler (décima posición en el Festival), la cadena ha vivido momentos de tensión, de frikismo y de algunas tramas que podrían ser sospechosas de no querer ganar el concurso al que se presenta desde hace más de 40 años, y que nos dio dos victorias a finales de los años 60… Y ya. Ayer pensábamos ver seis actuaciones diferentes entre sí, con un pulso final entre algunos de los artistas para ser los escogidos. Y no iba desencaminada la teoría.
Manel Navarro abría gala, y lo hacía con un directo descafeinado, en el que su voz se perdía entre la música, seguramente por problemas de sonido de TVE, que luego vimos repetirse en alguna otra ocasión. Su puesta en escena parecía un anuncio de Mediterráneamente, pero sin cervezas de por medio. Al menos no que se vieran. Mirela, por su parte, tiraba de tópicos, con pasos de flamenco, bailarinas y coros prefabricados y ella misma dándolo todo, demostrando tablas y ganas de luchar. Para gustos colores, podríamos decir. Y la suerte ya estaba echada.
Curioso que minutos antes, tras la actuación de Maika, Xavi Martínez había asegurado que fuese Maika quien tendría que ir al Festival, por ser la apuesta sólida y diferente. Teníamos todos en mente cierto tuit que compartimos aquí mismo, y que nos hacía pensar que las palabras de Xavi se las llevaría el viento. Como así fue. Después de los votos del jurado, vinieron los del público. Y aquí se armó La Marimorena. Conforme pronunciaba puntos Jaime Cantizano, nuestros corazones latían más ansiosos. Solo podían ganar a Manel Mirela o LeKlein. Esta última quedaba atrás, siendo segunda del televoto. Manel se estancaba como tercer clasificado para la audiencia. Y Mirela lograba arrasar entre los votos de los espectadores, empatando a puntos arriba con Manel.
El público enfurecía en plató, como los espectadores en sus casas. ¿Para qué vota el espectador si en caso de empate no tienen el poder? ¿Para qué gastarse el dinero en votar si luego va el que el jurado (que cobra) quiere? Y, sobre todo, ¿habían dejado última a Mirela dos de los jurados para asegurarse que no pudiera dar sorpasso a Manel Navarro en el momento final? Son dudas difíciles de responder, que oscurecen esta gala. Y mientras el público empezó a abuchear a Xavi Martínez -jurado polémico- y a Manel Navarro, empezábamos a vivir la tensión total.
Manel no podía contenerse, y su cara de malestar era evidente. El catalán hizo un gesto que a muchos nos ha recordado a un corte de mangas, tal y como han asegurado hasta medios de comunicación nacionales. Se encaró al público y ni siquiera sus amigos podían calmarla. Para postre, Jaime Cantizano reía nervioso, sin saber reconducir esta historia, demostrando ninguna profesionalidad en directo. Ay, si él hubiera estado junto a John Cobra como tuvo que soportar Anne Igartiburu. La organización no encontraba la guitarra de Manel, que se negaba a cantar por segunda vez, ya victorioso, si no se la entregaban.
Luego vienen los tópicos de si España no se toma en serio Eurovisión. Pero el problema viene desde la propia organización del Festival en nuestro país, cuya delegación se burla, como pudimos ver anoche, de cualquier proceso legal, transparente y digno. Anoche merecíamos una final nacional de diez, con seis artistas entregándose a sus fans. Y no el bochorno que tuvimos que soportar, que parecía una escena de serie B de Disney Channel. Así no, TVE; así no. Manel Navarro ha ganado, y es nuestro representante en Eurovisión 2017. Ahora necesita mejorar su voz en directo, controlar su respiración y, sobre todo, sus nervios. No puede reaccionar de ese modo, tan de barrio bajo. Representa a todo un país. A «su país», como él mismo dijo. Que esté a la altura y demuestre más clase que lo visto hasta ahora. Solo así podrá sumar algún punto en el Festival. Y a su carrera personal.
Aquí va su canción, un medio tiempo entre el reggae y el pop más eurovisivo, que interpreta a medio camino entre el español (estrofas) y el inglés (estribillos y título), junto a una banda que inspira y transmite el buen rollo del Mediterráneo, de España, de Eurovisión. Justo lo que no vivimos anoche.
Imágenes: RTVE