Eurovisión cambia en 2016 su sistema de votación

Eurovisión es todo un fenómeno musical que ha evolucionado a lo largo de sus sesenta años de historia. Desde el número de participantes hasta su procedencia, el sistema de votación, el de semifinales y hasta el de la escenografía. Sus normas están escritas por sus propios participantes y solo ellos pueden cambiarlas. El último gran cambio sucedió en 2013, pero no será el único. Porque Suecia ha anunciado su deseo de volver a darle la vuelta al Festival de la Canción. Y podría suponer el movimiento más novedoso y el más significativo que el certamen musical pueda dar. Porque supondrá un cambio de votaciones.

Son muchos países los que, habitualmente, se quejan del sistema de votación que hay en Eurovisión. Italia y Turquía dejaron de participar porque lo veían injusto y prefabricado (Italia volvió, no obstante, en 2011, tras esta desaparición de 1998). Hasta desde España hay quejas frecuentes a aquello que llaman «voto político» o «voto geográfico», y que viene a justificarse con que solo se votan los países vecinos y aquellos que no tienen tantos siempre quedan en las posiciones más bajas de la tabla final. Sin embargo, muy pocos países se habían quejado de lo tedioso que resulta, a veces, el propio sistema de votación cuando se emite en directo.

Escuchar los 8, 10 y 12 puntos de cada uno de los 40 países participantes supone un frenesí para muchos, con la tensión que produce que las posiciones vayan cambiando, si es que lo hacen. Pero, para otros tantos, esta pesadilla de ir viendo cómo cada país vota supone una pérdida del tiempo ya que, de hecho, ocupa casi la mitad de espacio de la emisión del programa. Y, por esto, ya se han propuesto otras alternativas. Para no variar, la iniciativa viene de la SVT, la televisión pública sueca, que ya propuso el último cambio de 2013 por el que se eliminaba el sorteo para decidir en qué orden se actuaba.

Según han confirmado diferentes medios especializados en Eurovisión, la modificación ayudaría a agilizar las votaciones en la gala final, evitando que dure «mucho tiempo, que retrasa el final». El productor del próximo certamen, Christer Björkman, ya ha asegurado que tienen «algunas ideas sobre cómo se puede hacer la final más emocionante». De momento, poco más sabemos sobre estos posibles e inminentes cambios. Quizá sean los propios presentadores, Petra Mede y Mans Zelmerlöw este año, los que lean las votaciones. Quizá solo se reserve para el directo la votación más alta.

Lo que seguro que no gustará a los eurofans es la supresión, si sucede, de la conexión en directo con cada país. Un momento de diversión, de postal casi navideña, de escuchar diferentes saludos, idiomas y, sobre todo, de míticos momentos, cuando alguno de los portavoces se equivoca, no entiende, o destroza el inglés, como sucedió en España en 2014, cuando Carolina Casado pronunció sus míticos «oit points». Repetimos momento a la espera de novedades.

Imágenes: Eurovision.tv